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Mayo 2013
Edición No. 291
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Mis sexenios (62)

José Guadalupe Robledo Guerrero.

Tercera y última etapa del sexenio montemayorista
Por esa época, principios de 1998, me reencontré con uno de mis queridos profesores de la Preparatoria Nocturna, Roberto Vega Mandujano, quien en una charla personal me habló, de una manera justiciera, del movimiento estudiantil de 1968 dos años después de la cobarde matanza.

Vega Mandujano es parte de una pequeña lista de profesores que influyeron en mi formación juvenil, y a quienes les agradezco sus enseñanzas y los recuerdo con gran cariño, entre otros a Ascencio Loera Salazar, Leopoldo Vega Urbina, Gilberto Cortés de la Fuente y Efraín Domínguez.

Roberto Vega en secundaria nos impartía la clase de Historia o Ciencias Sociales, pero sus amenas charlas eran un verdadero acervo de conocimientos libertarios y concientizadores.

Don Roberto es miembro de esa generación casi extinta de hombres cultos, amantes de las bellas artes y libre pensadores jacobinos. De aquellos sindicalistas que luchaban por el bienestar de los trabajadores de la educación y que promovían la concientización de sus educandos.

A esa pléyade de hombres buenos y de gran cultura pertenecía, entre otros, Mariano Narváez González, Arturo Ruiz Higueras, Enrique Olivier, Gilberto Cortés de la Fuente y el propio Roberto Vega Mandujano.

A todos ellos y a otros más se debe la creación de escuelas de educación media y superior, que fundaron con el noble fin de darle estudio a los trabajadores asalariados, por eso las constituyeron en turnos nocturnos. Posteriormente algunas de estas escuelas fueron absorvidas por la Universidad Autónoma de Coahuila, entre ellas: La Preparatoria Nocturna, Arquitectura, Ingeniería Civil y Economía.

A pesar de su importancia educativa e intelectual, esta generación de hombres buenos se encuentra olvidada, porque su trascendente labor fue realizada al margen o en contra de la estructura gubernamental.

En cierta ocasión le pregunté a Flores Tapia por qué los nombres de estos destacados coahuilenses no estaban en algunas calles como sucede con otros personajes menos importantes. Su respuesta no tiene desperdicio: “Porque siempre criticaron al gobierno”.

Pese a la sincera respuesta de OFT, en su tiempo estos personajes pusieron en alto la cultura y la educación coahuilense, y además de haber sido prestigiosos profesionistas, también se destacaron como literatos, historiadores, poetas, pintores, críticos de arte, músicos, y estudiosos de la ciencia, la filosofía y el arte.

Roberto Vega Mandujano.De ese grupo, el más cercano amigo de Vega Mandujano fue Arturo Ruiz Higueras, a quien definió: “Fue un hombre verdaderamente culto, de gran talento, no brilló más porque era muy modesto, no le gustaba exhibir su inteligencia. Fue campeón nacional de basquetbol. Era muy bueno para jugar billar, un carambolista formidable. Él inició musicalmente a su sobrino Salvador Neira Zugasti, que ahora es un gran pianista de renombre y profesor en el Conservatorio de Viena”.

Vega siguió recordando a su admirado amigo: “Arturo era muy bohemio y apreciaba la música, la belleza y el ballet. Cuando nos pagaban viajábamos a Guadalajara, le gustaban sus museos y la arquitectura de la ciudad. Me llevaba a Monterrrey para platicar con el poeta español Pedro Garfias, un hombre sencillo y humilde”.

“A veces ibamos a la ciudad de México para platicar con León Felipe”. Y se lamentó: “Cuando murió Arturo Ruiz Higueras, murió mucho de mi, lo estimaba bastante, pues además de amigo y compañero, era mi maestro”.

En la amena y larga plática, Roberto Vega también recordó a Mariano Narváez González: “Dedicó lo mejor de su vida a la educación de los trabajadores, al ejercicio de la medicina, al estudio profundo de las matemáticas, a promover la cultura y la ciencia. Hablaba varios idiomas. Era un gran hombre”.

En esa ocasión recordé el día que conocí a Mariano Narváez. Sucedió a principios de los 70’s cuando alguien de sus amigos profesores (no me acuerdo quién) me invitó a conocerlo y me llevó a una cantina ubicada en lo que se conocía como “El Triángulo de las Bermudas”, lugar donde confluyen las calles de Moctezuma, Xicoténcatl, Ildefondo Fuentes y Colón.

Allí en una mesa estaba con un par de amigos Narváez González y nos sumamos a ellos. Estaban platicando de cuestiones culturales, educativas y científicas. Parecía una escena kafkiana: las artes, la filosofía y la educación eran el cosmos que se analizaba en una mesa de una cantina de barrio.

Ese día supe que Mariano Narváez era poliglota, hablaba varios idiomas, entre ellos: inglés, francés y alemán, y estudiaba el ruso. Ese día también supe, que Narváez González era un gran amante de la música, según sus amigos: “tocaba todos los instrumentos musicales”. Mariano fue el organizador de la Orquesta Sinfónica de Saltillo, que se constituyó en los tiempos del gobernador Raúl López Sánchez.

Pese a sus amplios y profundos conocimien- tos, Mariano Narváez era un hombre sumamente modesto, no le gustaba figurar ni hablar en público, rechazaba los discursos. Según Vega Mandujano: “Mariano nunca fue oficialista, fue un intelectual proletario de ideas avanzadas y muy solidario”.

Para Roberto Vega, las condiciones que favorecían el desarrollo del arte, la ciencia y la buena educación terminaron cuando Melchor de los Santos y su grupúsculo se apoderaron de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Finalmente llegamos al tema central de la charla-entrevista: el sindicalismo magisterial y la Sección 38 del SNTE. Y aunque estas respuestas las dio en 1998, siguen siendo vigentes en la actualidad, más ahora que demagogicamente se ha dicho que se reformará la educación mexicana, incluso hasta la “líder moral” del SNTE, Elba Esther Gordillo, ha sido encarcelada.
El reencuentro con Vega Mandujano tenía el objetivo de entrevistarlo para El Periódico... Deseaba que me contara cómo había conseguido las dignificantes prestaciones para la Sección 38 del SNTE en el gobierno de Eulalio Gutiérrrez Treviño, las que pusieron a esa sección sindical como ejemplo a seguir en el SNTE.

Por esos días, el neoliberal de Rogelio Montemayor -con la complicidad de los dirigentes sindicales del SNTE- estaba cancelando las prestaciones que había conseguido Vega Mandujano en perjuicio -como siempre- de los trabajadores de la educación.

Vega Mandujano es un hombre crítico y pensante que conoce las entrañas de la educación pública. Recibió la medalla Ignacio Manuel Altamirano por 42 años de labor ma- gisterial. De entrada critica a las nuevas dirigencias sindicales: “A mediados de los setenta fui Secretario General de la Sección 38 del SNTE. En ese tiempo el estatuto establecía que el dirigente que terminaba su gestión sindical se retiraba. Ahora ya no es así, los que terminan se reacomodan en otros cargos, sobre todo se van a donde hay dinero”.

Para Vega Mandujano las fallas que tenía la educación en 1998: “Son las escuelas normales para la educación primaria, y de allí la falla sigue para arriba. A las normales llegaban a trabajar personas con ciertas capacidades, ahora eso se promueve a través de influencias sindicales. En nuestro tiempo se tomaba en cuenta las capacidades de la persona. Había estímulo para ponerse a estudiar. Actualmente las normales no tiene los profesores preparados que deberían tener. Nosotros tuvimos maestros muy buenos, eran dedicados y esforzados, nos hacían pensar y nos estimulaban a estudiar”.

“Para cambiar la situación, comenzaría por quitar a todos los comisionados. En tiempos anteriores, los directores (ahora Secretarios) de educación empezaron a nombrar comisionados, incluso a quienes hacían líos, y decían: ‘esa profesora es muy problemática, comisiónala’, entonces se les pagaba el sueldo sin hacer nada. A otros los comisiona el sindicato. En nuestros tiempos no había comisionados, eramos sindicalistas porque nos gustaba”.

Vega Mandujano estuvo en contra de que Rogelio Montemayor nombrara como Secretario de Educación Pública a Óscar Pimentel González. Para él: “El último director de Educación (hoy Secretario) que impulsó en Coahuila la educación y la cultura fue Ramón Ortiz Villalobos, hombre muy culto, de muchas luces, de muchos estudios. Había, por ejemplo, inspecciones reales. Los profesores preparaban a diario sus clases, porque el inspector podía llegar en cualquier momento”.

“También ha habido cambios constantes de planes de estudio. Cada que entra un secretario de Educación quita programas y pone otros. Las materias humanistas casi se quitaron, sin considerar que el artículo Tercero constitucional establece que la educación debe ser completa. Por eso ahora están insistiendo en los valores éticos”.

Según el profesor Vega, el desorden y el deterioro de la educación mexicana comenzó con el Presidente Luis Echeverría Álvarez, quien además incrementó el endeudamiento del país. Y abordó lo que estaba sucediendo en la Sección 38: “La legislación que se hizo en 1975, cuando yo era el Secretario General de la 38, nos ha favorecido a todos los trabajadores de la educación. Por esa legislación estoy disfrutando como pensionado, igual que muchos de mis compañeros que todavía vivimos, nuestro salario; además si morimos, por diez años más le seguirán pagando nuestro salario a nuestra esposa. Pero los actuales dirigentes sindicales, encabezados por Alfonso Cepeda Salas, acaban de hacer un convenio con el gobierno estatal para anular esta prestación. Los profesores que ingresen a partir de ahora, ya no tendrán ese derecho”.

“El sindicato no tiene razón para quitar una conquista que nos costó tanto trabajo y que benefició a tantos trabajadores. El maestro de nuevo ingreso ya no tendrá la pensión que tuvimos nosotros, ahora le dirán: Tu retiro será de otra manera, ya no tendrás el beneficio de la Dirección de Pensiones, porque esa dependencia se irá terminando en la medida que vayan muriendo los que aún disfrutan de ese derecho... Pensiones se había terminado en una ocasión, pero luchamos y logramos que el gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño no sólo nos diera suficiente dinero para crear el fondo de pensiones, sino que nos ayudó para que ese fondo beneficiara a varias generaciones”.

El profesor Vega Mandujano que conoció a fondo la política del sindicato magisterial, confesó no saber qué le había pasado al SNTE para que sus dirigentes abandonaran la lucha sindical y la defensa de sus agremiados “Ahora aceptan todo lo que el gobierno les dice. Cuando fui Secretario General, la Sección 38 casi no tenía relaciones con el Comité Nacional, porque nuestros líderes nos enseñaron que la lucha se hacía aquí, y aquí se manejaban los asuntos sindicales. Ahora es al revés: todo lo maneja el Comité Nacional”.

Y recordó: “En 1975, cuando fui a México con Carlos Jonguitud y le presenté la legislación que me había aprobado el gobernador Eulalio Gutiérrez, luego de leerla me preguntó: ¿Se la firmó el gobernador? ¿Por qué no lo informó en la reunión sindical? Le contesté: si la leo en la reunión, imagínese la que se hubiera armado. Sorprendido Jonguitud me dijo: ¿Pero cómo le hizo, éstos son muchos beneficios? Sin intereses de por medio logramos que don Eulalio lo firmara y que Flores Tapia lo sostuviera, pero ahora ya lo dieron por terminado los actuales dirigentes y el gobernador Rogelio Montemayor”.

La anulación de las conquistas laborales de los grandes sindicatos de nuestro país y la venta de las empresas del gobierno mexicano, comenzaron con Miguel de la Madrid Hurtado, pero se consolidaron con Carlos Salinas, para que los siguientes Presidentes de México siguieran afectando a los trabajadores y vendiendo el patrimonio nacional.

En Coahuila, el primer gobernador neoliberal fue Rogelio Montemayor Seguy. Los políticos neoliberales mexicanos actúan a las órdenes del Fondo Monetario Internacional y del imperio norteamericano. Son vende patrias, proyanquis y sumamente corruptos.

La situación en Coahuila estaba que ardía a inicios de 1998. La sola mención de Humberto Roque Villanueva como precandidato gubernamental aceleró a los calefactos. Roque era el director de la Aseguradora Hidalgo y se le reconocía una amistad directa con el Presidente Zedillo. Por tal razón había sido Presidente del CEN del PRI, diputado federal, líder de la bancada priista en el Congreso de la Unión y Presidente de la Cámara de Diputados.

Un año antes de elegir a los candidatos, los grupúsculos políticos estaban desatados. En Torreón, como siempre, querían que el próximo gobernador fuera un lagunero. Los primeros políticos priistas que se apuntaron para hacer públicas sus querencias y aspiraciones fueron: Braulio Fernández Aguirre que supuestamente simpatizaba con Roque Villanueva; Heriberto Ramos Salas que apoyaría al que designara su partido; Carlos Román Cepeda aseguraba que estaba con Humberto Roque.

La cosa estaba tan confusa que hasta el “grupúsculo” del “senador trailero” Francisco Dávila Rodríguez manifestó que su candidato era el mismo Francisco Dávila. Pero también apoyaban al otro senador priista por Coahuila, Melchor de los Santos Ordóñez, si el gran dedo elector lo señalaba.

Por su parte, a 14 meses de haber tomado el poder municipal, el alcalde saltillense Manuel López Villarreal ya había enloquecido asesorado por su tío Rosendo Villarreal Dávila, entonces senador panista.

Para entonces, Manuel López creía ser una mezcla de Cristo y Gandhi, y como tal encabezó una especie de peregrinación con una vela en la mano y un crucifijo en la otra, a la que le llamaron “Marcha por la Paz”, convocada por el obispo de Saltillo Francisco Villalobos, el PAN, la Presidencia Municipal de Saltillo, Rosendo Villarreal y Alianza Cívica de Nelly Herrera. Con tanto desmadre, la opulenta derecha saltillense y sus sirvientes se manifestaban “por la paz y la justicia”, aprovechando las condiciones de corrupción y desorden político que Montemayor instauró en su sexenio.

(Continuará).
La tercera y última etapa del sexenio montemayorista...



 

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